El devastador terremoto de magnitud 7,7 que sacudió Birmania hace tres días ha dejado al menos 2.065 muertos, según informó este lunes la junta militar del país. Además, más de 3.900 personas han resultado heridas y 270 siguen desaparecidas. El temblor, el más fuerte en décadas, provocó el colapso de edificios, puentes y carreteras, dejando a miles de personas atrapadas bajo los escombros.
Las labores de rescate continúan bajo condiciones extremadamente difíciles, especialmente en Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, donde las temperaturas superan los 40°C, lo que acelera la descomposición de los cuerpos. A pesar de la movilización de la comunidad internacional, los recursos limitados debido a la situación política en Birmania complican los esfuerzos de ayuda.
El terremoto también causó muertes en otras áreas de la región. En Bangkok, Tailandia, al menos 19 personas perdieron la vida, principalmente en el derrumbe de una torre de 30 plantas en construcción, lo que también activó operaciones de rescate intensas, con el uso de perros rastreadores y drones.
Los esfuerzos de rescate siguen siendo prioritarios, pero las autoridades temen que el número de víctimas continúe aumentando a medida que se avanza en las operaciones.