Cuando nos sentimos amenazados o en una situación de riesgo, el sistema nervioso activa el miedo, un mecanismo de defensa esencial que nos avisa de que podemos estar en peligro y nos pone en alerta. Pero, a veces, el miedo surge sin que haya amenazas tangibles.
Los episodios de estrés grave o potencialmente mortal pueden inducir miedo, incluso en situaciones que no son una amenaza real, pero experimentar esta generalización del miedo es psicológicamente dañino y, con el tiempo, puede provocar trastornos mentales como el estrés postraumático (TEPT).
Ahora, un equipo de neurobiólogos de la Universidad de California (Estados Unidos) ha identificado los cambios en la bioquímica cerebral que inducen el miedo en ausencia de amenazas y ha trazado los circuitos neuronales que provocan la experiencia de miedo generalizado.
La investigación, publicada en la revista Science, aporta nuevos conocimientos sobre cómo podrían prevenirse las respuestas de miedo. El trabajo describe la investigación en la que se basa el descubrimiento de los neurotransmisores que están en la base del miedo generalizado inducido por el estrés.