Científicos de la NASA han identificado un asteroide denominado 2024 YR4, que podría impactar la Tierra en 2032. Aunque las probabilidades de colisión son bajas (aproximadamente 1 en 83, o un 1.2%), los expertos advierten que, de ocurrir, el impacto podría ser devastador para una ciudad entera.
Un descubrimiento reciente
El asteroide fue descubierto el 27 de diciembre de 2024 por el sistema de alerta temprana ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System). Este cuerpo celeste tiene aproximadamente 55 metros de diámetro y, aunque no representa una amenaza para la humanidad en su conjunto, podría liberar una energía equivalente a 8 megatones, más de 500 veces la potencia de la bomba atómica que destruyó Hiroshima en 1945.
Acercamientos futuros
El asteroide, que actualmente se aleja de la Tierra, tendrá varios acercamientos en las próximas décadas. El más cercano ocurrirá en 2028, cuando pase a unos 5 millones de millas de distancia, seguido de otros seis encuentros cercanos entre 2032 y 2074.
El momento de mayor riesgo será el 22 de diciembre de 2032, fecha en la que las probabilidades de impacto alcanzarán su punto máximo.
Nivel de riesgo y monitoreo
2024 YR4 ha sido clasificado como nivel 3 en la Escala de Riesgo de Impacto de Torino, lo que significa que astrónomos y autoridades deben estar atentos a sus acercamientos. Sin embargo, los científicos recalcan que la mayoría de los asteroides en esta categoría terminan siendo reclasificados a nivel 0, indicando que el riesgo de colisión es prácticamente nulo.
Importancia del monitoreo espacial
Aunque 2024 YR4 no representa una amenaza existencial, su descubrimiento resalta la importancia de monitorear objetos cercanos a la Tierra y desarrollar técnicas para desviarlos. Misiones como la Prueba de Redirección de Asteroides Doble (DART) de la NASA son un paso crucial en esta dirección.
Por ahora, los astrónomos seguirán observando de cerca a 2024 YR4, especialmente durante su acercamiento en 2028, cuando esperan realizar observaciones de radar para obtener datos más precisos sobre su tamaño y composición. Mientras tanto, los científicos insisten en que no hay motivo para alarmarse, pero recalcan la importancia de estar preparados para cualquier eventualidad que pueda surgir desde el espacio.