El huracán Beryl ha dejado una estela de destrucción en varias islas del Caribe, principalmente en Santa Lucía y Barbados, tras su paso el 1 de julio. El fenómeno natural, que alcanzó categoría 3 en la escala de huracanes de Saffir-Simpson, ha causado daños significativos a viviendas, negocios y la infraestructura local.
Impacto en Santa Lucía
En Santa Lucía, los residentes se despertaron con escenas devastadoras. Muchas casas han quedado completamente destruidas, mientras que otras sufrieron daños estructurales severos. Las fuertes ráfagas de viento derribaron numerosas palmeras y otros árboles, que a su vez bloquearon carreteras y dañaron líneas eléctricas, dejando a gran parte de la isla sin suministro eléctrico.
El Primer Ministro de Barbados ha declarado el estado de emergencia y ha solicitado ayuda internacional para hacer frente a la catástrofe. Los equipos de emergencia y rescate están trabajando incansablemente para ayudar a los damnificados y restablecer los servicios básicos lo antes posible.
Tanto en Santa Lucía como en Barbados, las autoridades han movilizado todos sus recursos disponibles para atender a los afectados. Se han habilitado refugios temporales para quienes han perdido sus hogares, y se está distribuyendo agua potable y alimentos a las zonas más afectadas.
La comunidad internacional ha comenzado a responder a la crisis. Diversos países y organizaciones no gubernamentales han prometido enviar ayuda humanitaria y suministros de emergencia para apoyar los esfuerzos de recuperación en las islas del Caribe.
El huracán Beryl ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las islas del Caribe ante fenómenos meteorológicos extremos. Con el cambio climático, la frecuencia e intensidad de los huracanes podrían aumentar, lo que representa un desafío adicional para la región.
