En un discurso que sacudió el ámbito energético de México, Xóchitl Gálvez, coordinadora del Frente Amplio por México, planteó una serie de propuestas controvertidas que podrían redefinir la forma en que se manejan las empresas estatales y reguladoras en el país.
Gálvez propuso un cambio de nombre radical para PEMEX, la emblemática empresa petrolera mexicana. Según sus palabras, PEMEX debería dejar atrás su nombre histórico y transformarse en «Energías Mexicanas», una sugerencia que podría dar paso a una diversificación significativa de las fuentes de energía que la empresa explora y explota.
La senadora expresó su preocupación por las deudas pendientes de PEMEX, instando a la empresa a cumplir con sus obligaciones financieras. Además, sugirió que PEMEX debería apostar por la petroquímica, geotermia y la producción de hidrógeno blanco, lo que representa un cambio significativo en la estrategia de la empresa.
En cuanto a la CFE, Gálvez no se guardó nada y propuso la designación de un director competente, expresando su desacuerdo con Manuel Bartlett, quien actualmente encabeza la empresa. Gálvez también cuestionó las decisiones de la CFE en materia de generación de energía, argumentando que la empresa ha descuidado la competitividad de las energías limpias y ha registrado pérdidas significativas.
Sin embargo, quizás la acusación más impactante vino hacia la Comisión Reguladora de Energía (CRE), a la que Gálvez tildó de corrupta. Según ella, la CRE ha obstaculizado a los empresarios en su búsqueda de permisos y se ha convertido en un órgano corrupto.
Las propuestas de Gálvez no han estado exentas de controversia, y plantean preguntas críticas sobre el futuro del sector energético en México. A medida que el país lucha por mantener su posición en un mercado energético global cada vez más competitivo, las sugerencias de Gálvez podrían tener un impacto significativo en el rumbo de la industria energética y en la economía mexicana en su conjunto