Con el inicio del alto al fuego entre Israel y Hezbollah el miércoles, miles de libaneses desplazados comenzaron a regresar a sus hogares en el sur del país. La tregua, mediada por Estados Unidos y Francia, marca una pausa en los enfrentamientos que se intensificaron en septiembre, alcanzando el nivel de una guerra total que desplazó a más de 1.2 millones de personas.
El acuerdo estipula que Hezbollah debe cesar su presencia armada en el sur del Líbano, mientras que las fuerzas israelíes deberán regresar a su lado de la frontera. Para garantizar el cumplimiento, se desplegarán tropas libanesas adicionales y fuerzas de paz de la ONU, supervisadas por un panel internacional liderado por Estados Unidos.
Advertencias en medio del retorno
A pesar del cese al fuego, el Ejército de Israel ha advertido que responderá a cualquier actividad sospechosa. En las primeras horas de la tregua, dispararon contra vehículos que ingresaron a zonas restringidas, y periodistas reportaron incidentes en la frontera, donde varios fueron heridos mientras cubrían el retorno de los desplazados.
Mohammed Kaafarani, un desplazado que regresó a Bidias, describió las últimas semanas como «60 días desagradables y feos», mientras otros expresaron escepticismo respecto a la seguridad de sus comunidades. La reconstrucción será un desafío, ya que muchas aldeas han quedado devastadas por los ataques.
Reacciones divididas en la región
Mientras algunos residentes celebran la tregua como una «victoria» para Hezbollah y el Líbano, otros critican la destrucción causada y acusan al grupo de actuar en nombre de Irán, su patrocinador. Por otro lado, desplazados israelíes temen regresar debido a la cercanía de Hezbollah y la incertidumbre sobre la implementación del acuerdo.
Hasta ahora, el conflicto ha causado la muerte de más de 3,760 personas en Líbano y más de 70 en Israel, según reportes oficiales. Este alto al fuego ofrece un respiro a una región desgastada, aunque el retorno a la normalidad parece aún lejano.