Washington / Chicago / CDMX — Ovidio Guzmán López, alias El Ratón e hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, decidió hablar… y ahora, Estados Unidos le da seis meses para demostrar que su cooperación vale la pena. Su sentencia por narcotráfico fue oficialmente aplazada, mientras las autoridades verifican si lo que dijo —sobre redes criminales y posibles nexos políticos— puede sostenerse con pruebas y derivar en más detenciones.
La estrategia es clara: Guzmán se acogió a la figura de testigo colaborador (cooperating witness), una vía legal que, si cumple su objetivo, podría reducirle significativamente la condena… o incluso abrirle la puerta a una nueva identidad y protección bajo el programa de testigos. Pero para eso, cada nombre, cada conexión y cada operación que haya revelado deberá pasar por el filtro de la inteligencia federal y resistir la verificación judicial.
¿Qué dijo Ovidio?
Aunque los detalles del testimonio aún no son públicos, fuentes cercanas al caso han adelantado que El Ratón señaló estructuras clave del narcotráfico en México y Estados Unidos, rutas de trasiego de fentanilo y cocaína, cómplices institucionales, y presuntas relaciones con figuras políticas mexicanas. Lo que más alarma genera en territorio mexicano es que entre sus dichos podrían figurar funcionarios actuales y exfuncionarios que habrían brindado protección o facilitado lavado de dinero.
¿Por qué se espera seis meses?
El Departamento de Justicia necesita ese tiempo para comprobar, cruzar y sustentar cada una de las declaraciones. No basta con que “cante”; debe demostrar que su información es veraz, útil y accionable para avanzar en otras investigaciones.
Si el testimonio se considera válido, Guzmán podría recibir beneficios legales. Si no se logra verificar o se considera poco útil, enfrentará su sentencia sin beneficios.
Las repercusiones en México
Aunque aún es temprano para saber qué implicaciones tendrá este caso en la política nacional, la sola mención de posibles vínculos de El Ratón con el poder político en México ya empieza a generar tensiones. Lo que ocurra en los próximos meses podría sacudir estructuras tanto en el crimen organizado como en el escenario institucional.
La justicia estadounidense avanza con cautela pero con objetivos claros: romper redes y escalar hasta los niveles más altos de responsabilidad. Mientras tanto, México observa… con nerviosismo.
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