El icónico lagarto mutante, Godzilla, conocido por su surgimiento tras las tragedias atómicas de Hiroshima y Nagasaki, ha retornado a su hogar original en el cine japonés. Este retorno podría sugerir que quizás no debería haber dejado Japón, especialmente a la luz de los bajos niveles de interés generados por las dos grandes producciones estadounidenses sobre el tema: ‘Godzilla’ (1998) de Roland Emmerich y ‘Godzilla’ (2014) dirigida por Gareth Edwards.
Parece que Hollywood quizás no comprenda del todo a esta criatura nacida del terror nuclear, particularmente en un país que sufrió el martirio de dos bombas atómicas. ¿Qué podrían entender los estudios estadounidenses sobre una creación tan arraigada en la historia y la psique japonesa? La indagación, en su máximo nivel el año pasado a través de Christopher Nolan, exploró la personalidad ambigua de uno de los arquitectos de la bomba, Robert Oppenheimer.
El regreso de Godzilla al cine japonés es notablemente político, cuestionando los antiguos códigos de honor y valentía de los pilotos kamikazes. A diferencia de la película anterior, ‘Shin Godzilla’ del 2016, ambientada en el Tokio contemporáneo, la nueva producción nipona, ‘Godzilla minus one’, se sitúa desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta 1947. Explora el Japón neorrealista de la posguerra, donde la primera aparición de Godzilla ocurre en la isla de Odo, como consecuencia de la contienda. Posteriormente, resurge de forma radiactiva tras la primera prueba nuclear en el atolón de Bikini en 1946.
El monstruo mutante se convierte en una representación de las pruebas nucleares llevadas a cabo por los Estados Unidos en su rivalidad con la antigua Unión Soviética. Además, la película desafía los antiguos conceptos de honor y redención al seguir a un protagonista masculino que, tras fracasar como kamikaze, busca redimirse enfrentándose al monstruo.
A pesar de no pintar bien a los estadounidenses de manera indirecta, ‘Godzilla minus one’ ha sido un éxito instantáneo en Estados Unidos, recaudando hasta el momento 48 millones de euros tras haber costado 14 millones de euros. Su estreno en Japón fue el 3 de noviembre y, posteriormente, el 1 de diciembre en Estados Unidos y partes de Europa.
Este filme, dirigido por Takashi Yamazaki, y aunque desconocido fuera de Japón, ha cautivado al público con su representación digital del famoso monstruo. Remonta su linaje a la película fundacional de 1954 dirigida por Ishiro Honda, quien se convirtió en un referente de la franquicia con varios títulos que enfrentaban a colosos, consolidando la posición de Godzilla como un ícono duradero en la cultura japonesa.