¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo seguirá México sumido en esta espiral de violencia y desdén por la vida, especialmente la de los más indefensos? Tres niñas, tres inocentes, fueron asesinadas en Sonora. Ejecutadas. Abrazadas en su último suspiro. Y la respuesta oficial… ¿dónde está?
Las autoridades siguen jugando a la burocracia, a abrir carpetas, a “investigar” mientras el país arde en sangre. ¿Qué resultado concreto han dado? Ninguno. Solo palabras vacías que retumban en el silencio de los cementerios. La madre de esas niñas, supuestamente asesinada un día antes, murió sin que la justicia llegara a su puerta. ¿Quién protegió a esa familia? Nadie.
¿Hasta cuándo las autoridades permitirán que la violencia se trague la infancia? ¿Hasta cuándo toleraremos la negligencia, la omisión y la ineficacia de quienes juraron protegernos? Los responsables de este horror siguen libres, caminando impunes, mientras las balas se llevan sueños, esperanzas y futuros.
México se ha convertido en un cementerio de niños. Tres hermanitas que sólo merecían amor y protección, fueron cruelmente arrebatadas en un acto de barbarie que avergüenza a cualquier sociedad civilizada. Y sin embargo, las instituciones se lavan las manos, escudándose en procedimientos que no alcanzan a salvar vidas, sólo a enterrar la dignidad.
¡Basta ya de simulaciones! La justicia no puede ser un juego de palabras. Exigimos resultados, castigo para los culpables y, sobre todo, un verdadero compromiso para que estos crímenes atroces no se repitan. Porque mientras los gobiernos miren para otro lado, la violencia seguirá ganando terreno, y la sangre seguirá corriendo.
Estas niñas merecían vivir. México merece justicia. Y las autoridades, rendición de cuentas.