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domingo, julio 20, 2025
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    «Una bacteria en un pollo asado nos arrebató a nuestros hijos»: tragedia familiar expone fallas en el sistema de salud e higiene alimentaria

    Torreón, Coahuila.– Lo que comenzó como una cena sencilla de celebración por el Día de las Madres, terminó en la peor pesadilla imaginable para Jesús y Rosario, una pareja lagunera que perdió a sus dos hijos pequeños, Azul de 5 años y David de 3, tras consumir pollo asado presuntamente contaminado.

    La noche del 10 de mayo, Rosario, enfermera de profesión, terminaba un largo turno de trabajo. Jesús se quedó en casa al cuidado de los pequeños y decidió pedir pollo asado a través de una aplicación de comida, buscando una cena rápida y sin complicaciones. Horas después, todos comenzaron a presentar síntomas: vómito, diarrea y malestar estomacal.

    Lo que parecía una simple intoxicación alimentaria se tornó fatal. Jesús, afectado también por los síntomas, apenas podía mantenerse de pie. Cayó rendido, y fue Rosario quien, al volver a casa a la mañana siguiente, encontró a su hijo ya sin vida. Poco después, su hija también falleció. Los gritos de desesperación y los intentos de reanimación no lograron devolverles a sus hijos.

    El dolor de la pérdida se vio agravado por la respuesta institucional. La causa oficial: una “bacteria”, o más bien tres, según el peritaje independiente que la familia mandó hacer. La investigación oficial fue deficiente, basada en “videos de YouTube”, según relataron. El establecimiento siguió operando, y la familia recibió una oferta de 400 mil pesos para no hacer pública la tragedia.

    “Ni con diez millones me regresan a mis hijos”, expresó Jesús, experto con 18 años en la industria alimentaria. Ofreció, incluso, inspeccionar gratuitamente los locales de la empresa implicada para evitar nuevas tragedias. Rosario, por su parte, carga con la culpa, a pesar de saber que siempre dio todo por proteger a su familia.

    Ambos claman por algo tan elemental como urgente: que la comida que llega a nuestros hogares no sea una sentencia de muerte. Que exista verdadera supervisión sanitaria. Que la justicia no sea una simulación. Y que el dolor de perder a un hijo no se repita por una omisión tan evitable.

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